jueves, 28 de julio de 2016

UN SISTEMA DE AIRE ACONDICIONADO EN MAL ESTADO REDUCE LOS REFLEJOS Y AUMENTA EL GASTO DE COMBUSTIBLE

La compañía automovilística Hella ha advertido este miércoles sobre las consecuencias de llevar un sistema de aire acondicionado en el coche en mal estado. De esta manera, alerta de que esta circunstancia no afecta solo a la comodidad del conductor, sino que tiene efectos perjudiciales en la salud, en la seguridad y en el ahorro.



 El estado del aire acondicionado puede marcar la diferencia entre un buen viaje y un viaje agobiante y pesado. No solo por el calor, sino porque, con el paso del tiempo, las partículas de suciedad que el filtro del habitáculo mantiene a raya reaccionan ante la humedad del aire, formando olores desagradables. Por ello, es recomendable sustituirlo de manera periódica y desinfectar el evaporador.


Pero las consecuencias no amenazan solo al bienestar del usuario. Según Hella, la capacidad de concentración se reduce y el cuerpo se cansa más rápidamente según aumenta la temperatura del ambiente, al tiempo que disminuye la capacidad de reacción, con el consiguiente aumento de posibilidades de sufrir un accidente.

También tiene efectos nocivos para la salud si no se desinfecta el aparato con regularidad. Por su ubicación, el evaporador ofrece las condiciones ideales para la aparición de bacterias, hongos y otros microorganismos que, al llegar al interior del coche a través del sistema de ventilación, pueden provocar reacciones alérgicas y problemas para las personas con enfermedades respiratorias.

Por otra parte, la compañía también ha advertido del impacto en nuestro bolsillo de un sistema de aire acondicionado en mal estado. Con el paso del tiempo, la potencia de refrigeración disminuye por la pérdida natural del gas refrigerante y se corre el peligro de sufrir daños en el compresor, cuyos costes son elevados.

Además, si falta gas refrigerante, el compresor funciona más a menudo y durante más tiempo del habitual para mantener la potencia de refrigeración de manera continua, lo que conlleva un consumo extra de combustible de entre el 5% y el 10%, aunque depende del tipo de aire acondicionado, de la situación en la que circule el vehículo, la temperatura exterior y las costumbres del conductor.


Mientras que el consumo extra es algo mayor en ciudad que en la conducción interurbana o en autovía, los vehículos que viajan sin aire acondicionado suelen circular con las ventanas o techos solares abiertos, lo que aumenta también casi en la misma medida el consumo de combustible debido a la elevada resistencia al aire.

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